Asistencia, contención y solidaridad para más de 150 jóvenes

A través del Proyecto El Casol, una de las líneas de trabajo del Programa ABRIGO, la Universidad establece acciones solidarias con jóvenes de barrios populares que viven situaciones de vulnerabilidad.

16-12-2019

La reapropiación del espacio público y la conciencia ecológica; la reducción de los niveles de basura tecnológica e industrial acumulada en reparticiones públicas, empresas y domicilios; la generación de espacios públicos de integración cultural y social; el impulso de la soberanía alimentaria y la promoción de la inclusión social a través de la capacitación en oficios son aspectos fundamentales para que los jóvenes logren superar las situaciones de vulnerabilidad en las que están inmersos. Estos son algunos de los fines a los que apunta el Proyecto El Casol, iniciativa promovida este año por docentes, investigadores, estudiantes y artistas que forman parte del Programa ABRIGO y que beneficia a más de 150 jóvenes de entre 12 y 21 años residentes del asentamiento “La Rana”, en la localidad de Villa Ballester.

Ganador de la convocatoria “Universidad, Cultura y Sociedad” de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación, El Casol consiste en un trabajo comunitario realizado en el Centro Juvenil La Rana para recuperar un espacio de uso público a partir de la reutilización de descartes tecnológicos, construyendo colectivamente juegos, huertas, pérgolas, paredes, escaleras, terrazas y canteros, convirtiendo los anteriores baldíos en nuevos espacios de participación y vinculación ciudadana.

Los niños y jóvenes que concurren al centro juvenil –en donde trabajan un asistente social, un psicólogo y voluntarias médicas– lo hacen en busca de un lugar de contención y socialización con sus pares, además de establecer un ámbito de formación de oficios, deportes y artes. Las situaciones de vulnerabilidad que los beneficiarios padecen van desde la dificultad de acceder a una buena alimentación diaria hasta la falta de calefacción en invierno, sufriendo los más grandes diversas dificultades para insertarse en el mundo laboral.

El Casol es además un espacio para el desarrollo de actividades culturales que difunden materiales de lectura, audiovisuales y artísticos que promueven la conciencia ecológica, el consumo consciente, la producción de energías alternativas y el bien común. 

“Tuvimos la oportunidad de acompañar en un año muy crítico y apremiante y que obviamente se expresó con mucha virulencia en las ansiedades, angustias y demandas de las personas con las que trabajamos”, expresó Andrea Varela, directora del Programa ABRIGO, quien destacó que también se realizó un mapeo afectivo del barrio con los chicos en donde ellos lograron expresar sus grupos y espacios de pertenencia. “La dinámica solidaria y afectiva que se generó entre los estudiantes de la UNTREF y los jóvenes del Centro Juvenil fue muy emocionante y es por lo que vale la pena seguir sembrando y apostando” agregó. 

Con un equipo integrado, además, por Natalia Pajariño, Patricia Sáenz, Yanina Viegas Mendonça, Bernardo Piñeiro y los becarios Julián Pesce, Joaquín Pedrosa, Facundo Suárez, Leonardo Rubio y Mariela García; el Programa ABRIGO funciona desde 2007 y se destina a la creación, producción, reciclado e investigación con fines benéficos. Además de El Casol, este Programa lleva a cabo otras seis líneas de trabajo, entre las que se encuentran: una campaña solidaria (Todos Somos ABRIGO); un taller abierto a la comunidad (Taller de investigación en tecnologías del tejido); un emprendimiento social (20 Yeguas); un espacio de investigación artística (Manifiesto); un proyecto de investigación académico (Texto, Tejido y Contexto); y un programa de reutilización de descartes industriales y tecnológicos (Magnetismo).  

Una de las acciones más fuertes que desarrolla ABRIGO está relacionada con la campaña Todos Somos ABRIGO. La misma convoca a la comunidad académica y al resto de los vecinos del distrito a la donación de alimentos no perecederos, mantas, juguetes, ropas, zapatillas y útiles escolares para colaborar con comedores comunitarios de la región, hospitales, escuelas populares y asociaciones civiles. Esta propuesta solidaria invita a que todas las donaciones sean depositadas en cajas preparadas especialmente y que se encuentran distribuidas en la mayoría de las sedes de la Universidad, y que destacan el slogan de la campaña: “Eso que ya no necesitás o no usás le puede ser útil a otras personas”. 

“Si bien todavía no tenemos los números finales podemos confirmar que ya logramos superar los registros del año pasado, cuando conseguimos recolectar y entregar 1450 prendas, 100 juguetes y casi 50 paquetes de alimentos. También destacamos que seguimos creciendo en toda la comunidad universitaria y estamos orgullosos de sumar dos puntos más de recolección: la Sede Rectorado Centro y la Sede Centro Cultural Borges”, explicó Varela. 

El merendero Los Chiquis, la Escuela Popular Barrio Evita, la Fundación Sí y el servicio de voluntarias para hospitales Damas Rosadas del Hospital Posadas son los destinatarios de esta acción benéfica que busca incorporar a nuestra vida la rutina de encontrar siempre algo más para dar. 

Por otra parte, el emprendimiento 20 Yeguas genera textiles con piezas construidas con descartes tecnológicos, y el Taller de Investigación en Tecnologías del Tejido (TITO) se nutre de tres propuestas: Manifiesto, investigación artística que busca superar la problemática ambiental; Texto, Tejido y Contexto, que investiga la relación del cuerpo y el ambiente, enfatizando las técnicas de manufactura y la iconografía desde épocas prehispánicas hasta los tejidos contemporáneos; y Magnetismo, espacio en el que se reciclan residuos industriales y que posibilitó el surgimiento del Proyecto Casol.

“En 20 Yeguas realizamos cuadernos totalmente sustentables, con descartes de tejido y tecnología y papel reciclado, mientras que este año en Manifiesto elaboramos un mural en donde expandimos nuestra mirada sobre el vínculo entre cuerpo y tecnología, y su relación con el medioambiente. Este mural revaloriza las piezas tejidas desde el inicio del proyecto. Son fragmentos textiles de estos 14 años de ABRIGO”, sostuvo la directora de este espacio, quien adelantó que el próximo año los encontrarán presentando el proyecto Mi Primer Cuerpo, elaborado con un conjunto de videos para fulldome, formato de proyección inmersivo basado en películas panorámicas en 360º.