Diploma de Honor para Ágnes Heller

La filósofa húngara recibió el Doctorado Honoris Causa de la UNTREF en la Sede Rectorado Centro, con la presencia del rector Aníbal Jozami y laudatio de Tomás Abraham.

24-10-2017

Ágnes Heller lleva toda una vida dedicada al pensamiento crítico. Vivió dos épocas que no todos transitan: el nazismo y el estalinismo. Y aunque parezca contradictorio, su pensamiento conjuga tanto planteos marxistas como liberales. 

“Es una luchadora comprometida con la verdad y la libertad”, dijo Tomás Abraham en el discurso de presentación. El filósofo y escritor argentino, invitado para pronunciar la tradicional laudatio, destacó las sutilezas que anidan en las concepciones de esta mujer, cuya trayectoria intelectual y de vida es comparable a la de Hannah Arendt.

“Su tema central es el Holocausto. Ella dice que no ha sido resultado del antisemitismo, el autoritarismo, la modernidad o la tecnología. El genocidio se puede describir, pero va más allá de la imaginación. En palabras de Foucault, representa lo abominable”

Como enfatizó el filósofo, Heller fue una testigo clave de lo ocurrido en ese momento y de lo que aconteció después. Ella se ocupó de analizar uno de los grandes traumas de la sociedad húngara: la matanza de 400 mil judíos que contó con la colaboración de algunos de sus connacionales. Y se ha erigido como una de las críticas más acérrimas del actual primer ministro húngaro, Viktor Orbán, cuyo pragmatismo deja de lado las diferencias entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal, y apunta a un solo objetivo: el triunfo electoral.

Otra de sus preocupaciones centrales son los procesos emancipadores. Heller  reconoce que vivimos en una sociedad de clases, de dominación, pero sus postulados se desmarcan de la ortodoxia marxista. “Ágnes dice que esta sociedad de dominación solo puede ser superada de manera gradual, no como la violencia inevitable de una revolución, sino poniendo en juego una acción y una racionalidad estratégicas con la finalidad de ser escuchados y reconocidos”, acotó Abraham. 

Desde su perspectiva, el liberalismo se opone al autoritarismo, en el sentido de que propone la descentralización del poder, el imperio de la ley y la libertad de expresión. Pero en toda democracia liberal es necesaria una dimensión humanista.  “Así, citando al utopista Robert Owen, Ágnes rescata el sentido de caridad, el reconocer las necesidades de los otros”,  afirmó Abraham.

En tal sentido, el rector de la universidad, Aníbal Jozami, comparó la figura de Heller con la de Edward Said, para quien los intelectuales se definen por su capacidad de intervenir en la realidad. 

“Agradecemos a Ágnes Heller el habernos elegido como su casa para la visita a nuestro país. Nos llena de honor tenerla acá entre nosotros y otorgarle el Doctorado Honoris Causa”

Además, el rector remarcó que su elección está fundada en las particularidades que tiene la UNTREF, al ser una institución del conurbano bonaerense que recibe en su gran mayoría a estudiantes que son primera generación de universitarios en sus familias. “Este espacio se sostiene con los impuestos de personas que, tal vez, por la situación difícil en la que viven, no tienen la posibilidad de mandar a sus hijos a la universidad. Eso nos llena de una enorme responsabilidad social”, expresó. 

Visiblemente emocionada, Heller recibió la distinción y pronunció su última conferencia, con eje en el cosmopolitismo. 

“¿Cuando decimos casa u hogar, a qué nos referimos? ¿A nuestra calle, nuestro barrio? ¿A nuestros familiares y amigos? ¿Al lugar en que han vivido nuestros ancestros, que prácticamente no conocemos?”

Según ella, se trata de preguntas difíciles de responder. “Todos los niños nacen extraños y lleva tiempo familiarizarse con las normas para comprender el entorno y ser comprendidos”, aseguró. 

Esto hace referencia a las identidades tal como las conocemos hoy, que tienen su base en la ideología de las naciones europeas del siglo XIX. “De acuerdo a estos particularismos, se es francés o húngaro, musulmán o judío”, prosiguió la profesora. Para ella, lo que nadie dice es que hemos sido forzados a aceptar esto,  y que esas identidades son meramente accidentales.

“Una vía de escape es el cosmopolitismo, que plantea una esencia única, la del ser humano, como postulaban los griegos y aparece en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre”

Sin embargo, a partir de Auschwitz la posibilidad de considerarse simplemente humano quedó herida de muerte. “La humanidad se transformó con las culturas empíricas y ya nadie cree en la unificación de la libertad trascendental. El cosmopolitismo se proponía ayudar a los que lo necesitan porque existía ese sustrato común, el de pertenecer a la especie humana”,  continuó Heller. 
 
En las sociedades actuales, caracterizadas por los movimientos migratorios, es posible identificar estas tensiones. “Los migrantes tratan de esconder su subjetividad y dar con la imagen de lo que los demás esperan de ellos para ser aceptados”, dijo. 

Como concluyó, todos los miembros de la especie humana tienen una singularidad, recuerdos y marcas únicas, pero “la humanidad no tiene huella en la memoria colectiva, por eso no podemos decir nada respecto de su futuro”. 

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