“Cuando las mujeres estamos desprotegidas salimos a la calle a reivindicar lo que el Estado no nos otorga”

En el marco del Coloquio Internacional: Los Mil Pequeños Sexos, Lina Meruane reflexiona acerca de los discursos que rodean a la maternidad y los intentos de controlar el cuerpo de la mujer.

05-04-2019

El 10 y el 11 de abril se desarollará la segunda edición del Coloquio Internacional: Los Mil Pequeños Sexos (CLIMPS)  en la Sede de Posgrados, Centro Cultural Borges. Allí, se presentarán diferentes disertantes y mesas de debate, donde se  abordarán temas como el cuerpo de la mujer, el activismo de las minorías y la historia del movimiento feminista, entre otros. Por eso, hablamos con la escritora chilena Lina Meruane, autora de Contra los hijos, que se presentará en el panel “Escribir, ellas dicen…”.

En tus ensayos criticás la presión social hacia las mujeres que no desean ser madres. Seguramente estás al tanto, pero acá en Argentina hay un gran debate en relación a la legalización del aborto, ¿cuál es tu opinión al respecto?

Yo en lo personal, por supuesto, estoy a favor de la legalización y, también, apoyo que una mujer no tenga que llegar al momento del aborto. Me parece que la cuestión que precede a esa decisión, que nunca es fácil ni feliz, haya o no haya una ley de por medio, tendría que tratarse. Tiene que haber más énfasis en la protección de las mujeres, con una educación sexual que también incluya a los hombres. Porque el aborto y, en general, todos los temas de la sexualidad y la maternidad siguen quedando del lado de la mujer. Mientras sea así, va a ser mucho más difícil que haya leyes que resuelvan y legislen de manera justa. 

¿Sentís que se juzga a las mujeres que no tienen el deseo de ser madres?

Todos estos temas (por ejemplo, el aborto) tienen que ver con la cuestión del control de la maternidad y del cuerpo de las mujeres en relación a si va a tener hijos o no. Esa es la forma más extrema de presión y en el discurso, hay un castigo a la mujer que decide no ser madre. Me parece que eso se ve en cuestiones mínimas como la pregunta constante a una mujer sobre cuántos hijos va a tener. Detrás de eso hay una una fuerte insistencia por marcar cuál debería ser el deseo próximo y ahí hay una cuestión que está presente desde el inicio de la vida una mujer. 

En relación a los discursos que se imponen y están en la vida diaria, ¿creés que se intenta construir a las mujeres como objetos sexuales? 

A mí me parece que hay una insistencia por marcar un deseo que, muchas veces, ni siquiera tiene que ver con el cuerpo real de las mujeres. Creo que casi todas sentimos que no nos parecemos a esa imagen publicitaria y que para estar bien deberíamos vernos de ese modo. Ahí hay una objetivación del cuerpo. Ahora, cuando las mujeres participan de esa misma imagen, hay una complicación porque quiere decir que está internalizada y produce una serie de problemas extra. Porque las mujeres piensan que el lugar del placer y  del deseo solo se da mediado por esa imagen. 

En relación a los discursos que rodean la diversidad, otro de los debates que se está dando en Argentina es el del lenguaje inclusivo para sumar a las minorías. Como escritora, ¿sentís que es necesaria esa batalla?

Creo que son esos debates que nos atraviesan de manera muy fuerte y además con mucha actualidad. Aunque no es una discusión nueva, las feministas de antes hablaban de “herstory” en lugar de “history” para marcar que ese lugar del masculino no ha sido nunca universal. Entonces, a mí me parece muy importante señalar ese lugar de las mujeres y empezar a pluralizar. Yo lo venía haciendo antes del todes y del todxs. Por ejemplo, cuando hablaba en discursos públicos en vez de decir todos y todas, ponía en femenino los lugares más convencionalmente masculinos y al revés. Jugaba un poco alrededor del cambio de  género convencionalizado para ciertos roles y para ciertas profesiones. El lenguaje inclusivo, además de sacarnos del lugar de la comodidad y la convención, nos hace reflexionar sobre cómo pensamos al otro y a la otra. 
Una de las cuestiones que a mí me interesa mucho es la discusión sobre la incomodidad y lo “feo” que resulta el todes y el todxs. Ese debate parece anclarse en la estética, pero la verdad es que, como todo lenguaje, es convención. Nosotros nos hemos acostumbrado y nos ha llegado a parecer “atractivo” y “cómodo” decir las cosas de cierta manera y nos cuesta hacer ese cambio. Me parece que mientras más lo naturalizamos, más fácil se nos hace y, eventualmente, se nos va a ser igual de “bonito” usarlo de otra manera. 

Tuviste la suerte de vivir en Europa y Estados Unidos, ¿sentís que las problemáticas que rodean a las mujeres en el mundo son diferentes ? 

Hay una serie de problemas que atraviesan Europa, Asia, África, América Latina y sus diversos países. El tema de las mujeres y sus dificultades con la decisión sobre su cuerpo, con el lenguaje inclusivo, con la violencia y sobre todo, el trabajo, me parece que son muy globales. Hay una configuración de lo femenino del lugar de la mujer que es histórica y transcultural. Ahora, cuando uno mira diferentes lugares, aparecen las diferencias locales  porque hay distintas tradiciones, backgrounds, sistemas legales y políticos. Cuando uno visita, conoce o vive en ciertos lugares, ve que también hay una serie de problemáticas locales que dependen de la historia del feminismo en cada lugar. Me parece que en general en América Latina hay un auge del feminismo y está muy fortalecido. Está muy en la calle y eso no está pasando en otros lugares en Europa. Tal vez es porque en la medida en que ciertos países tienen más solidez económica tienden a ser más conservadores y en lugares donde las mujeres estamos histórica y contemporáneamente más desprotegidas, estamos yendo más a la calle a reivindicar lo que el estado no nos otorga.

Finalmente, ¿qué expectativas tenés del coloquio y qué pensás que puede aportar la visita de Judith Butler, que también va a estar participando en una mesa redonda, el día previo al evento?

Yo estoy muy entusiasmada con estar invitada a hablar en una mesa redonda con María Moreno y Sylvia Molloy porque son pensadoras muy irreverentes en relación con la cuestión de la figuración y configuración de las mujeres. Tengo muchas ganas de escuchar a Judith Butler, a quien he leído y a quien admiro. Yo en lo particular voy a hablar sobre un tema que me quedó fuera de Contra los hijos y que tiene que ver con el llamado a las mujeres a seguir teniendo hijos, que se manifiesta en la congelación de los óvulos. Se trata de un negocio increíblemente caro y no cubierto por los servicios de salud. Lo que yo me pregunto es para qué y cuáles son los problemas éticos que están detrás de este impulso.