Precariedad y estrés: los nuevos retos del trabajo

Los cambios tecnológicos y los actuales modelos organizacionales ejercen una fuerte presión sobre los trabajadores. ¿Cuáles son sus alcances y posibles soluciones?

29-04-2019

En un contexto de permanente cambio, en el que el avance de la tecnología marca el rumbo de las sociedades y la formación permanente es una exigencia de las empresas, especialistas de cinco países latinoamericanos coincidieron en que dos de los grandes problemas del mundo del trabajo son la precariedad y el estrés. "El trabajo no es patógeno, lo que enferma son sus condiciones actuales", afirmo Julio César Neffa, investigador del CONICET y docente de la UNTREF, indicando que estamos frente a un nuevo paradigma caracterizado por la subcontratación, la tercerización y la flexibilización. Para el especialista, la precariedad es el aspecto más distintivo del nuevo modelo, lo que genera un deterioro de los salarios reales y un aumento de las desigualdades y del desempleo.

Neffa también planteó que las tecnologías cumplen la función de “contener las demandas salariales”, ya que los trabajadores piensan que pueden ser sustituidos por máquinas y reprimen sus reclamos. En su exposición, el experto mencionó los riesgos psíquicos de los actuales entornos laborales, y dijo que hoy asistimos a un elenco de agresiones que repercuten en la mente del trabajador, como los casos de acoso, los maltratos y la sobrexigencia de trabajar fuera de horario o de hacerlo por objetivos, generando una fuerte presión y competencia entre compañeros.

“Estas situaciones provocan sufrimiento y predisponen para infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, trastornos musculoesqueléticos, trastornos del sueño y depresiones, que según la Organización Mundial de la Salud (OMC) serán la principal causa de incapacidad laboral”, subrayó el especialista en el I Encuentro de la Asociación Internacional del Trabajo y Relaciones Laborales (ILERA) de las Américas, celebrado bajo el título Futuro del Trabajo: Tendencias y retos. Hacia Toronto 2020: Un homenaje a los 100 años de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y realizado en la Sede Rectorado Centro. 

Para Neffa, “el trabajo, como el amor y las relaciones sociales, es propiamente humano”. En este sentido llamó a “cambiar la organización y el contenido del trabajo para humanizarlo”. Su colega Jorge Boucinhas Filho, de ILERA Brasil, abordó el caso de la reforma laboral en su país, impulsada por el gobierno de Michel Temer, a la que definió como “una de las flexibilizaciones más intensas que ocurrieron en el mundo”. El especialista explicó que “se suponía que esta reforma, que se dio en un clima cultural que pedía la reducción del gasto público y la llegada de inversiones extranjeras, iba a crear seis millones de empleos en un año, pero lo que hizo fue aumentar la miseria y los conflictos sociales”.

Boucinhas Filho relató que la reforma de Temer fue presentada como un proyecto para reglamentar los contratos parciales, el teletrabajo y el trabajo intermitente, pero precarizó los trabajos. “Las inversiones nunca llegaron por los escándalos de corrupción, los contratos parciales para contratar a dos personas en lugar de una con jornada completa también chocharon con la cultura empresarial, y de los 33 mil trabajadores intermitentes contratados al inicio de la ley, ocho mil fueron despedidos al año”, remarcó. El expositor concluyó que “las nuevas modalidades de trabajo pueden ser buenas para alguien que no tiene protección, el problema es cuando en ellas entran los empleados subordinados protegidos”. 

Sara Sosa, directora de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo del Ministerio de Producción y Trabajo, opinó que la pobreza y la informalidad son un problema de larga data en Argentina y que se agravaron por los cambios tecnológicos. “Reducir el trabajo precarizado es uno de las grandes deudas que tenemos, hoy más del 36% de las personas están en esa situación”, aseguró. Mirando hacia el futuro, la funcionaria comentó que es importante seguir las recomendaciones de la OIT, que insisten en una mayor inversión en las personas a través de la educación.

Las nuevas competencias

María del Luján Garcén, de ILERA Uruguay, disertó sobre las nuevas habilidades requeridas por los mercados y explicó que las personas ya no se quedan sólo con una profesión ni empiezan y terminan su vida laboral en la misma empresa. Garcén argumentó que en el nuevo escenario hay un concepto fundamental: la profesionalidad dinámica. “Los trabajadores van a ir sumando oficios y profesiones que van a dar forma a esa profesionalidad, algo que conforma un patrimonio para ellos y que les posibilita hacer carrera y lograr ascensos”, explicó. 

En ese sentido, la investigadora uruguaya enfatizó la importancia de la formación permanente, del derecho de todos los trabajadores a seguir estudiando y de la formación profesional, que nace de un acuerdo entre empresas y sindicatos. “La formación profesional está contemplada en el 90% de los convenios colectivos de trabajo de Uruguay e involucra temas como la actualización tecnológica o la incorporación de saberes totalmente nuevos”, ilustró. 

Asimismo, ponderó el lugar que ocupan las universidades en este horizonte con las llamadas SpinOffice, espacios conformados por emprendedores que han participado en diversos proyectos de investigación. Su par chileno Héctor Humeres Noguer acordó en que los trabajadores con más posibilidades serán aquellos con una formación interdisciplinaria y una mirada más generalista. “Los trabajadores del futuro tienen que tener un alto grado de creatividad y originalidad, y ser capaces de resolver conflictos”, sintetizó y compartió su preocupación por el ritmo sin freno de la tecnología.

“Se calcula que 47% de los empleos del mundo corren el riesgo de ser reemplazados por robots” informó Noguer, y presentó una lista de las ocupaciones que van en ese camino: los agentes de viajes, operadores telefónicos, cajeros y cajeras de supermercados, trabajadores agrícolas. A su vez, Juan Raso Delgue, profesor de la Universidad de la República (Uruguay), apuntó que hay que recolocar al Estado como autor central de las políticas laborales, “en una época en la que se lo quiere hacer desaparecer”, y advirtió que dichas políticas “deben enfocarse en la formación permanente en un contexto muy cambiante”. Además, puntualizó que el desempleo no es un problema individual sino social, “porque cuando este crece el principal empleador es el crimen organizado”.

Esfuerzo tripartito

En una mesa compartida por académicos, funcionarios y representantes del sector sindical y empresarial, se planteó la necesidad de aunar esfuerzos entre el Estado, los trabajadores y los empresarios para dar respuesta a estos desafíos. Ignacio Funes de Rioja, en representación de la Unión Industrial Argentina (UIA), comentó que “nos cuesta encontrar en nuestra historia reciente períodos de real desarrollo con los que mejorar en serio la calidad de vida y las oportunidades de nuestra gente”. Funes de Rioja advirtió un “desajuste entre las normas y la realidad”. También acotó que “cuando la ley ignora la realidad, la realidad se toma revancha” y que para hacer frente a un contexto tan complejo hay que dar lugar a la negociación colectiva.

Ezequiel Jarvis, subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio de la Ciudad de Buenos Aires, habló de la necesidad de “construir redes de colaboración con sensibilidad social”, y contó que desde el área que dirige han creado una comisión tripartita de equidad de género a la que invitaron al sector sindical, privado y del Estado para discutir diferentes medidas que promuevan la paridad entre hombres y mujeres en el mercado laboral.  

En nombre de la Central General de los Trabajadores, Pablo Flores manifestó que las transformaciones tecnológicas están generando “profundas alteraciones del sistema de trabajo y sus relaciones” y que “debemos ocuparnos de planificar y dejar de ir corriendo detrás de los acontecimientos”. El sindicalista agregó que la solución para recorrer ese proceso es “encontrar a todas las instituciones y al Estado como equilibradores entre las fuerzas de producción y el trabajo”, poniendo al hombre en el centro “como beneficiario de un nuevo pacto social” y teniendo como “principal herramienta los convenios de la OIT”. 

La mesa estuvo presidida por el Dr. Julio Armando Grisolía, director de la Maestría en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales Internacionales y del instituto IDEIDES, ambos de la UNTREF, y por Martha Monsalve, coordinadora de ILERA para América Latina, quienes celebraron la gran concurrencia que tuvo el evento en sus dos días de duración.