Nuevos caminos para el desarrollo

Panel internacional sobre producción abierta y colaborativa

03-05-2017

En la actualidad hay una variedad de iniciativas que involucran fundamentalmente a los grupos ciudadanos de base y a las nuevas formas de concebir la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo y la equidad social. Desde el movimiento de software libre y abierto, pasando por la ciencia ciudadana o el open hardware, hasta los laboratorios de fabricación y makerspaces, estos espacios buscan impulsar caminos de desarrollo más inclusivos y sostenibles.

Con esta preocupación como eje, especialistas de Argentina, México, España e Inglaterra se reunieron en el panel Producción abierta y colaborativa para el desarrollo, organizado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), el Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT) y STEPS América Latina. El encuentro ocurrió en la sede Rectorado Centro de la UNTREF.

Antonio Lafuente, del Laboratorio del Procomún y el Medialab Prado de Madrid, comentó que hay un nuevo modo de pensar los procesos de comunicación y de difusión del conocimiento: la horizontalidad. Indicó además que la forma en la que los ciudadanos se organizan y demandan a las autoridades ha cambiado profundamente.

“Tenemos que hablar de nuevos movimientos sociales”, sostuvo el experto, y agregó que esto se debe a que está operando una triple transición. “En primer lugar se ha pasado de la protesta a la propuesta”, dijo. Según él, no es que hayan dejado de ser importantes las demostraciones en el espacio público, como los cortes de calles, pero en la actualidad esa no parecería ser la principal función de estos grupos. “Hoy los movimientos sociales buscan un protagonismo que les dé capacidad de interacción con los poderes públicos; y con Internet es posible reunir como nunca antes mentes y voluntades dispersas”, señaló.

Otro cambio en el que se detuvo fue en el de la simple reclamación de derechos a la conformación de pequeñas infraestructuras, donde se materializan las ideas y se construyen formas de organización. Y el tercero, pero no menos significativo, es el valor epistémico que se le está dando a lo experiencial. A propósito de esto último, se comentaron algunos casos como el de algunas comunidades online de personas que padecen ansiedad y depresión. “Se conectaron porque estaban cansadas de los efectos que les ocasionaban los psicofármacos que consumían, y comenzaron a intercambiar experiencias de lo que les pasaba, poniendo a prueba cualquier comentario recibido acerca de su malestar”, explicó Lafuente.

Tanta fue la repercusión de esta iniciativa, que antropólogos y psiquiatras se sirvieron de esos comentarios para elaborar un paper que fue publicado en la revista PLOS Medicine, una de las publicaciones emblemáticas del movimiento Open Access. Lafuente también aludió al trabajo que realiza junto al Medialab Prado, un colectivo cultural de Madrid al que definió como “una incubadora de comunidades”. Es que, de acuerdo a él, el espacio está abierto a múltiples personas y temas. Como relató, en un momento les preocupó la calidad del aire por el creciente número de asmáticos en España. “Para pensar el asma hay que atreverse a poner en circulación los saberes que tienen los químicos, médicos, artistas, antropólogos y urbanistas, y eso fue lo que hicimos. Todos los saberes son válidos, no hay que privilegiar uno sobre otro ni tampoco compartimentalizarlos”, graficó. 

Por su parte, Erin McKiernan, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se abocó a describir algunas de las plataformas online y repositorios que bregan por la ciencia abierta, y profundizó en las iniciativas políticas en Perú, Argentina, México y Europa, que cada vez más requieren que los científicos adopten estas prácticas. “Mucho de esto tiene que ver con el interés de acrecentar la eficacia, creatividad e impacto de las inversiones en investigación”, afirmó la científica.

Para ella, la clave está en que estas instituciones tengan la motivación de ir más lejos y pensar de manera más profunda el conocimiento abierto, de modo de poder generar transformaciones económicas y sociales de envergadura. Entre otras experiencias destacables en México, habló de Minka, una red de personas y colectivos interesados en difundir, aprender y articular experiencias de economía colaborativa.

Precisamente la UNTREF, desde su Centro de Estudios de la Economía Social (CEES), fue organizadora y sede del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISoL), en el que se brindaron talleres de instalación de software libre, robótica y videojuegos, así como charlas sobre temáticas afines, tales como ciberespionaje, educación y cooperativismo.

Para Mariano Fressoli, del CENIT-UNTREF, temas como la descentralización de la producción, la democratización del conocimiento y la producción material, entre otros, son fundamentales para pensar la agenda de desarrollo en el contexto latinoamericano.

Justamente los países más pobres, con una estructura productiva poco diversificada y pocas oportunidades de generar procesos de innovación que atiendan a sus necesidades específicas, son los que más necesitan de esta nueva cultura. “Esto es consecuencia de la desigual distribución de la apropiación del conocimiento y la tecnología, que está en control de actores globales totalmente alejados de las necesidades de desarrollo”, añadió.

Contacto: prensa@untref.edu.ar

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