El desafío de dejar de pensar al feminismo como un movimiento antihombres

En un nuevo encuentro del ciclo Lo Personal es Político, el presidente del Instituto de Masculinidades y Cambio Social, Luciano Fabbri, reflexionó sobre la forma en la que la masculinidad se piensa en nuestra cultura.

25-10-2021

El feminismo es un espacio que lucha y se opone a las condiciones de sumisión y dominación. Sin embargo, el discurso hegemónico lo considera –intencionalmente– como un movimiento antihombres y reproduce tal sentencia en los medios de comunicación, generando que los varones heterosexuales se perciban excluidos y sientan que pierden sus privilegios. Esta idea recorrió la disertación a cargo del especialista en masculinidades, género y sexualidades, Luciano Fabbri, en una nueva charla del ciclo Lo Personal es Político.

Organizado por la Red Interdisciplinaria de Estudios de Género del Centro Interdisciplinario de Estudios Avanzados (CIEA), la conversación virtual entre el invitado y la coordinadora de la Red, María Inés La Greca, se estableció bajo el título Repensar la masculinidad. "El feminismo no es un movimiento antihombres ni un espacio de ataque hacia ellos, y además estamos inmersos en un contexto en el que se nos hace necesario pensar la masculinidad desde un punto de vista plural", comentó La Greca y dio cuenta de la diversidad de masculinidades al indicar que éstas pueden ser, entre otras, heterosexuales, homosexuales, bisexuales, blancas, negras o marrones.

Por su parte Luciano Fabbri –que es además el coordinador del Área de Género y Sexualidades del Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación– manifestó que concebir a la masculinidad como si la misma fuera únicamente la compuesta por varones blancos heterosexuales es un mandato hegemónico. "Se trata de un dispositivo de socialización del género que tiene como objetivo producir varones y mujeres heterosexuales que puedan ocupar posiciones jerárquicas en la sociedad", indicó

En el mismo sentido, Fabbri advirtió que esta forma de pensamiento está orientada a que los varones heterosexuales crean que las mujeres, la femineidad y los cuerpos están a su entera disposición, algo que reproduce situaciones de violencia y que deriva, en casos extremos, en femicidios.

Para el especialista invitado, a los varones les cuesta comprender que muchas veces "la violencia no es el otro", y hay muchas acciones y actitudes que reproducen situaciones de dominación hacia la mujer que no son advertidas por ellos mismos por el simple hecho de estar sumamente internalizadas y normalizadas. "La aparición del feminismo y de otros movimientos coloca al varón heterosexual en una posición incómoda ya que implica asumir la existencia de desigualdades y que también son parte de un proceso violento en el que el género es un espacio de restricción", declaró Fabbri.

Otro debate que se dio durante el encuentro estuvo relacionado con la importancia de una toma de conciencia colectiva sobre la existencia de un patriarcado que somete a las mujeres y a los movimientos de la disidencia a situaciones de sumisión. "Tenemos que revisar estas prácticas que teníamos naturalizadas, pero para salir de estos mandatos este cambio tiene que ser comunitario y no individual", sostuvo el especialista y mencionó el trabajo que realizan los colectivos de varones antipatriarcales, alegando que "podemos victimizarnos o hacer algo productivo".

Para Fabbri los varones cisgénero –personas cuya identidad y expresión de género coincide con el sexo asignado al nacimiento– fueron socializados para estar en el centro y ser protagonistas permanentemente, advirtiendo a aquello que no entra en esta estructura como una amenaza y un posible proceso que transformará su dominación histórica en una potencial sumisión.

Repensar la masculinidad se llevó a cabo a través del Zoom institucional de la UNTREF y contó con la moderación de Paula Quinteros y Marina Figueredo, ambas integrantes de la Red. Mientras que Figueredo recalcó la posición de autoexclusión que adoptan los varones heterosexuales cuando de feminismo se trata, Quinteros hizo mención a la poca participación de las mujeres en los espacios de representación política y dijo que "si las mujeres no están en la cúpula ni en los espacios de toma de decisiones, es difícil que instalen agendas como las que hoy tratamos".

Ante esto, Fabbri reconoció la existencia de una suerte de patriarcarización de los espacios sindicales y comentó las dificultades que tienen las mujeres para cambiar estas lógicas, sintiéndose vulnerables principalmente desde el punto de vista emocional e imposibilitadas de romper el discurso dominante que llevan internalizado.

"Si bien en los últimos años se les fue dando mayor lugar a las mujeres, se trata de una inclusión subordinada, una práctica en la que se siguen reproduciendo las condiciones de dominación por parte de los varones. Es fundamental, para generar un cambio definitivo, desmasculinizar la política", concluyó.