La directora de la UNESCO habló sobre las inequidades de la pandemia

Audrey Azoulay habló de los desafíos económicos, educativos, culturales, éticos y de género que enfrentarán los países por la crisis de la covid-19, y dijo que más de medio millón de personas van a caer en la pobreza.

17-06-2020

La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, participó en una videoconferencia organizada por la UNTREF y afirmó que la pandemia ha profundizado una serie de inequidades ya existentes en el campo económico, educativo y cultural, además de alertar sobre el crecimiento de la discriminación y la xenofobia. “Medio millón de personas van a caer en la pobreza. No va a ser para todos igual, los más vulnerables serán los más afectados”, señaló en la conferencia Inequidad y Diversidad en el Mundo de la Postpandemia, que siguieron más de 1500 personas.

Azoulay enfatizó que la primera inequidad que la crisis ha revelado es nuestra diferente exposición a la enfermedad. “Las defensas humanas varían de población en población, los pueblos indígenas ya han pagado un precio muy caro. Los factores sociales juegan un papel fundamental. El acceso al agua potable nos expone de manera muy diferente, y las medidas de protección como el lavado de manos son un problema para dos mil millones de personas en todo el mundo”, describió.

“Después de Europa, América Latina parece convertirse en el epicentro de la pandemia. Vencer la pandemia será una victoria vacía si no aprendemos nada de la crisis. Es un evento social total, estamos frente a un espejo que no perdona y ha revelado todo lo que es escandaloso acerca de nuestro mundo”, dijo Azoulay. Acompañando a la directora del organismo internacional estuvieron el rector de la UNTREF, Aníbal Jozami; el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, Felipe Solá; el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta; el ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Pablo da Silveira; la socióloga, historiadora e investigadora del CONICET, Dora Barrancos; la cineasta y presidenta de la Academia de Arte de Alemania, Jeanine Meerapfel; y el embajador designado en la UNESCO, Pino Solanas. 

En su disertación, Azoulay dedicó un capítulo especial a la reconversión virtual de la educación y a las injusticias que acarrea. Según dijo, la mitad de 1,9 mil millones de estudiantes no pueden asistir a la escuela por la crisis y no tienen acceso a computadoras en sus hogares, y más del 40% no tiene conexión a Internet. 

“Muchas de las iniciativas para garantizar el aprendizaje continuo dependen de la tecnología digital, pero no es suficiente porque hay que saber usarlas. Y acá también encontramos inequidades de género, porque las mujeres tienen cuatro veces menos posibilidades de dominar estas tecnologías. Las poblaciones frágiles están muy afectadas por el cierre de las escuelas, porque no son solo lugares de aprendizaje, sino que ahí los niños van y comen, tienen protección y respaldo social. Cuando la escuela cierra, hay mayor riesgo de violencia física y abuso sexual”, graficó. 

La directora del organismo dijo que todo esto exige medidas para garantizar la educación para todos y todas, y destacó la iniciativa de la UNESCO Coalición Mundial para la Educación COVID-19, en la que los Estados miembros, organizaciones civiles y empresas de telecomunicaciones se unieron para respaldar la enseñanza a distancia, facilitando un mayor acceso a Internet y difundiendo contenidos a través de la radio y la televisión. 

Azoulay también habló del cierre de museos, salas de conciertos y teatros, y de cómo la crisis afectará a este sector. “Todas las crisis económicas dan como resultado mayor concentración y estandarización en el campo cultural, y representan un riesgo para la diversidad cultural”, explicó. 

Por otro lado, hizo observaciones sobre la proliferación de fake news alrededor de la covid-19. “Hay una infodemia que ha ganado terreno inusitado, en momentos en los que el acceso a la información exacta puede ser una cuestión de vida o muerte”, expresó con preocupación. 

Sobre el final se refirió al riesgo ético que plantea el virus. “Hay grupos y comunidades que fueron  rápidamente dirigidas a la cuestión de la enfermedad. La xenofobia y el racismo contra personas de origen asiático prosperó en las primeras semanas. Cuando la infección aumentó, los blancos de la discriminación cambiaron pero el mensaje seguía siendo el mismo: minorías o profesiones determinadas eran acusadas de ser quienes propagaban el virus. En momentos de incertidumbre como estos, necesitamos una guía ética”, concluyó. 

El ministro de Educación de Argentina, Nicolás Trotta, enfatizó que los procesos de avance tecnológico en vez de dar respuesta a las necesidades sociales “se han convertido en herramientas de concentración económica”. Para el titular de la cartera educativa, la región ha vivido en los últimos años profundos retrocesos, como la profundización de la desigualdad y la ruptura de los procesos democráticos. “Lo que nos debe definir como sociedad y gobierno es qué hacemos para contener esa desigualdad. Tenemos que tener la capacidad de repensar la integración latinoamericana”, dijo, agregando que es fundamental construir consensos alrededor del lugar prioritario que tienen la educación, la ciencia y la tecnología.   

En una línea similar, su par de Uruguay, Pablo da Silveira, destacó la inversión del Estado en esas áreas sensibles. “Logramos fabricar localmente kits de diagnóstico y respiradores en tiempo récord, construyendo un puente entre los investigadores de ciencias básicas y las empresas”, relató, y dijo que en materia de educación digital, se multiplicaron doce veces en tres semanas la cantidad de alumnos vinculados a plataformas de uso educativo.

El canciller Felipe Solá, a su vez, reafirmó la importancia de pensar esta crisis a nivel regional, aunando esfuerzo entre los diferentes países, y definió a la covid-19 como una “luminal” que permite ver aquello que de otro modo no se ve en las escenas de crímenes. “Lo que hace es  agravar las dificultades que ya estaban. Si los gobiernos no logran atender a aquellos que necesitan trabajar y vivir de la calle, castigamos a una mayor indigencia a quienes ya la estaban sufriendo. Las desigualdades de género están agravadas, quienes reciben la carga más pesada son las mujeres jóvenes y pobres”, expresó. 

Precisamente Dora Barrancos expuso que el 14% de las mujeres realiza trabajo doméstico remunerado, que el 70% de ellas no está registrada y que hoy han visto frenada su fuente de ingresos. De las mujeres que están haciendo teletrabajo, para aproximadamente el 50% las condiciones tampoco son favorables debido a la sobrecarga de tareas en el hogar. “Tenemos que plantear la posibilidad de establecer renta universal básica para las mujeres de los sectores populares, y que el Estado pueda ampliar sus oportunidades con incentivos fiscales para las empresas que incorporen personal femenino”, propuso.

Jeanine Meerapfel compartió que en Alemania se vive un resurgimiento de las ideas nacionalistas de derecha. “Tenemos que propagar el respeto al extranjero, a su singularidad, ver el rostro del otro sin ver el color de sus ojos o su piel, si no viendo y sabiendo lo que el otro necesita. Eso los artistas lo podemos hacer con nuestro trabajo, pero necesitamos de la política. La alteridad no tiene que ser una moda sino algo que nos preocupa todos los días”, reflexionó. 

Pino Solanas introdujo el tema del medio ambiente como algo central en la agenda del mundo postpandemia. “Hablar de justicia social es hablar de justicia ambiental. Hay dos guerras feroces: la que peleamos contra la miseria, la pobreza y el hambre, y la del cambio climático. El 70% de los gases de efecto invernadero son producidos por las grandes transnacionales. Hay una deuda ecológica del norte con el sur. El norte debería indemnizar al sur porque produce incendios, sequías e inundaciones. La naturaleza tiene que ser sujeto de derecho y no objeto de derecho”, resumió. 

El rector de la UNTREF, Aníbal Jozami, comentó que era fundamental incluir en el debate a referentes de la actividad cultural y científica, y también llamó la atención sobre los efectos económicos y de agrandamiento de la brecha entre ricos y pobres que tendrá la crisis. “Nos parecía importante discutir las propuestas que hagan posible que el fin de la pandemia sea lo menos perjudicial posible para aquellos sectores más vulnerables en lo social y en lo económico”, dijo, destacando la participación que vienen teniendo las universidades en el mitigamiento de estos problemas. “Muchísimas universidades argentinas están en la primera línea de combate de esta pandemia con contribuciones de todo tipo, y eso es posible hoy por el cambio de actitud del actual gobierno con relación a la educación pública”, concluyó.