Institutos

Las discusiones sobre la memoria ocupan cada vez más un papel central tanto en relación con las políticas públicas como en los ámbitos académicos, al punto que algunos estudiosos han calificado como “obsesión memorial” la preponderancia que estos temas vienen tomando en Europa y los Estados Unidos desde hace algunas décadas. El genocidio del pueblo judío aparece en estos desarrollos políticos y académicos en el lugar central que, curiosamente, tardó varias décadas en asignársele desde la finalización de la segunda guerra mundial. Considerado como el hecho más relevante del siglo XX, hoy ha podido sostenerse que el Holocausto se ha convertido en la religión civil del mundo occidental.

En el mundo académico e intelectual son cada vez más importantes los debates entre quienes enfatizan el carácter único del Holocausto y quienes reclaman la necesidad de estudios comparativos. Por otra parte, a pesar de las conocidas afirmaciones acerca de la inefabilidad del Holocausto y el rechazo a la posibilidad de la representación del horror, los debates sobre arte y memoria estimulados por esos planteos, las polémicas en torno a la difusión de fotografías tomadas en los campos, sobre el modo que estos acontecimientos pueden legítimamente ser abordados desde la ficción literaria y el cine o el lugar de los testimonios y los problemas que las formas orales plantean al historiador, ocupan un espacio cada vez más significativo. Al mismo tiempo que la creciente instalación de centros, museos y lugares de memoria ha estimulado el debate en torno a los criterios que deben guiar estas propuestas.

Esta ola memorialista, generadora de afirmaciones rotundas y cuestionamientos no menos significativos, ha ejercido su influencia en nuestro país en el marco de las profundas polémicas en torno a la impunidad de los responsables del terrorismo de estado y, naturalmente, encuentra un nuevo contexto a partir de la promoción de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia iniciadas en el año 2003.

El debate europeo y el que hoy se plantea en la Argentina y otros países del Cono Sur tienen una dirección general bien diferente. Entre nosotros la discusión sobre la historia del tiempo presente tiene una fuerte vinculación con la escena política, lo que no debe inhibir a nuestro juicio avanzar con trabajos sobre ese período pero exige al investigador un rigor y un propósito de distanciamiento muy particulares.

En Europa –desde que simbólicamente se proclamara el fin de la Revolución Francesa en ocasión de su Bicentenario- la exaltación memorial aparece claramente desligada de la historia y los grandes conflictos que atravesaron la mayor parte del siglo XX. Esta notable diferencia de las orientaciones de memoria debe ser tenida en cuenta para contextualizar nuestra mirada, aunque, naturalmente, no impide señalar que muchas de las discusiones allí planteadas sobre la relación entre Historia y Memoria, la valoración de los testimonios o los referidos a la representación –esta misma noción merece ser discutida-  de la memoria y los acercamientos artístico literarios, resultan de abordaje inexcusable para nuestro trabajo.

La experiencia de más de cinco años en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, situado en el predio donde funcionar el Centro Clandestino de Detención y Exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada, nos ha permitido una rica experiencia en torno al estudio y discusión de estas cuestiones. Es en función de esa experiencia que se propuso la creación en la UNTREF del Centro de Estudios de Memoria e Historia del tiempo presente.